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martes, 11 de febrero de 2020

Las Reformas Borbónicas

Entre 1521 y 1700 gobernó en la Nueva España la dinastía real de los Habsburgo o Austria. Al quedarse el rey Carlos II de Habsburgo sin descendiente directo, la Casa de Borbón tomó el poder en España. Era una familia real de origen francés (Bourbon), una rama de la Dinastía de los Capetos, la más antigua de Europa. Gobernaron primero Navarra y Francia, y en el siglo XVIII sus miembros llegaron a los tronos de España e Italia, además de varios pequeños ducados y condados.
El primer miembro Borbón que sucedió a los Habsburgo en el trono español, fue Felipe de Anjou o Felipe V, nieto del rey Luis XIV de Francia y desde entonces han gobernado España hasta la actualidad, excluyendo algunos periodos de lucha por la independencia, la república, la democracia y la dictadura de Francisco Franco.
Durante el gobierno de los Habsburgo, en la Nueva España se había creado un sistema político denominado patrimonialista donde se compraban los cargos públicos, los funcionarios imponían los tributos, se desarrollaban y protegían monopolios y mediante la corrupción se evadía el control de la Corona.
Por ello, el rey Carlos III de Borbón, influido por las ideas de la Ilustración, llevó a cabo un proceso de modernización por medio de las llamadas “Reformas Borbónicas” que impusieron una serie de cambios políticos- administrativos, económicos, militares y culturales en las colonias americanas. Estas reformas buscaban modernizar internamente a España y su relación con las colonias, respondiendo a una nueva concepción de Estado, que se propuso retomar todos los derechos que se habían delegado en grupos y corporaciones, además de asumir la dirección política, administrativa y económica del reino.
En 1765 fue nombrado el visitador José de Gálvez, con el encargo de retomar el control político y administrativo de la Nueva España y aplicar de manera sistemática las reformas, restarle poder a los grupos, corporaciones e incluso al propio virrey, e incorporar funcionarios adeptos a los propósitos de la Corona.




Una de las principales reformas político-administrativas fue el sistema de intendencias, que modificaba la división política y administrativa del virreinato. Consistente en dividir el reino en jurisdicciones llamadas intendencias, dirigidas por un intendente, (jóvenes elegidos en España y formados en las ideas de la Ilustración), con funciones de justicia, guerra, fomento económico, hacienda y obras públicas, con el objetivo de hacer más eficiente la administración.
Crearon doce intendencias: México, Puebla, Oaxaca, Veracruz, Mérida, Guanajuato, San Luis Potosí, Valladolid, Zacatecas, Guadalajara, Durango y Arizpe (Sonora y Sinaloa). Nuevo México, Nueva Vizcaya, Coahuila, Texas y California siguieron como provincias y el Reino de León y de Nuevo Santander con sus respectivos gobernadores. Sobre estas medidas hubo oposición del virrey, la Audiencia y los altos mandos eclesiásticos a quienes se les restaban poder y funciones.

Con respecto a las reformas económicas-financieras, la más importante fue el reordenamiento del Tribunal de Cuentas y la reorganización de la Real Hacienda. Al ordenar el Tribunal de Cuentas se cambió a los antiguos funcionarios y se introdujo el sistema de partida doble para llevar los libros contables, y hacer más eficientes las labores de la Real Hacienda. En relación al cobro de los impuestos, se ordenó que todos los centros recolectores pasaran al control de la Real Hacienda, contrataron funcionarios en los centros de población importante, quienes, se encargarían de cobrar y recolectar los impuestos comerciales y aduanales. La Corona dispuso que se gravaran otros artículos y a los pequeños comercios, también se decretó la creación de estancos o monopolios, manejados por el Estado.

Moneda de Carlos IV, 1794
La reforma al sistema comercial fue la de mayor impacto en la economía novohispana. Con ella, la corona pretendió controlar la actividad comercial, eliminando el contrabando y los intermediarios, recuperar las concesiones otorgadas a países europeos y desarticular el monopolio que ejercían los miembros del Consulado. Durante 30 años se dictaron múltiples medidas en este sentido, pero en 1770 con la autorización del libre tráfico comercial, se permitió comerciar con las Antillas, el Perú y Nueva Granada, se abrieron puertos donde se comerciaba libremente, y se crearon los consulados de Veracruz y Puebla. El 28 de febrero de 1789 Carlos IV declaró el comercio libre para la Nueva España. Como consecuencia los comerciantes fueron a la ruina y entraron las ideas ilustradas entre ellas las del libre comercio, que serían difundidas y aprovechadas por los criollos al enarbolar la lucha por la independencia.
Moneda de Felipe V, 1737
Debido a que la plata de América era un producto vital para la economía española, las reformas reconocieron a la minería, como una actividad productiva y una organización gremial, se publicaron nuevas ordenanzas, se constituyó el cuerpo de minería; en 1784 se creó un banco de avío; en 1792 se creó el seminario de minería y en 1793 el Real Colegio de Minas de la Nueva España que construirá el Palacio Nacional de Minería.
Con las reformas la actividad minera creció, se redujo el precio del azogue, bajaron los costos de producción, se exentó del pago de impuestos a los mineros que ampliaban su inversión, se dictaron leyes para liberar el comercio, propiciando que nuevos recursos se invirtieran en esta actividad y se generalizó el uso de tecnología moderna. Para finales del siglo XVIII la minería había logrado tal desarrollo: se calcula la existencia de 3 mil minas en explotación que producían 25 millones de pesos anuales y ocupaban a 15 mil trabajadores, la producción de plata en la Nueva España constituía el 66% de la producción mundial.

La corona mandó al mariscal Juan de Villalba, con la misión de institucionalizar un ejército, el cual no existía, por lo tanto se empezaron a reclutar a los miembros por leva forzada. Al principio el ejército fue una institución desprestigiada que con el tiempo fue ganando adeptos gracias a que se les otorgaron privilegios, sus fueros los exentaban del pago de impuestos, además sus problemas jurídicos se podían resolver en una corte militar.
Militares novohispanos de 1767
Sin embargo, el ejército no fue efectivo, las milicias que cuidaban las costas sólo podían brindar protección en los puertos. Una vez que las embarcaciones dejaban tierra estaban expuestas a recibir un ataque de corsarios o de piratas, por lo que era necesaria, la creación de una verdadera armada americana que nunca se realizó.


Desde los años treinta del siglo XVIII comenzaron a expandirse las ideas de la ilustración en América, los jesuitas difundieron el racionalismo y la nueva filosofía de la naturaleza. La educación en la Nueva España la controlaban los jesuitas, quienes enseñaban a indígenas, criollos y peninsulares.
Con la llegada de la ilustración hubo reformas en todos los niveles educativos desde la primaria hasta los planes de estudio en las universidades. Así, en 1781 se fundó la “Real Academia de San Carlos de las Nobles Artes de la Nueva España” (hoy de la UNAM) con el objetivo de establecer una escuela de grabado con la intención de mejorar la producción y acuñación de las monedas.
Galería de la Academia de San Carlos
Dando como resultado el surgimiento de una ilustración criolla, que según algunos autores fortaleció el antagonismo entre europeos y criollos y fomentó su identidad nacional logrando articular sus reivindicaciones políticas. Los jesuitas constituían una amenaza para la corona española, tenían una economía sólida y un gran valor en la sociedad, para el rey esto significaba tener un estado dentro de su propio estado, por ello en 1767 fue ordenada su expulsión de los jesuitas de todos los territorios del imperio español incluyendo la Nueva España.
FUENTE: 
Las Reformas Borbónicas, rescatado de la URL: https://e1.portalacademico.cch.unam.mx/alumno/historiademexico1/unidad3/virreinatonovohispano/reformasborbonicas

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