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sábado, 9 de mayo de 2020

Crisis de la dictadura porfirista



Tres décadas de “paz, orden y progreso” porfirianos habían transformado al país. Aparentemente México se encaminaba hacia la prosperidad, tenía un sólido desarrollo económico y una planta industrial en pleno crecimiento. A pesar de ello la mayoría de la población se benefició poco del bienestar material y, por el contrario, sufría las injusticias que provocaban la concentración del poder y la riqueza en unas cuantas manos.
Por una parte, en el campo millones de campesinos vivían en condiciones deplorables, mientras cerca de cinco mil hacendados eran dueños de la mayor parte de las tierras cultivables del país. Políticos mexicanos y empresarios extranjeros llegaron a acaparar enormes extensiones de tierra en el norte del país a precios risibles y pasando por encima de los derechos de los pequeños propietarios. En Yucatán y Sonora, los grupos indígenas que se opusieron al despojo de sus tierras fueron reprimidos y trasladados a lugares inhóspitos.
Por otra parte, en las ciudades los obreros tampoco gozaban de los beneficios del porfiriato, ya que trabajaban largas jornadas a cambio de salarios insuficientes. La clase media, compuesta por técnicos, maestros y abogados, gente con aspiraciones políticas, se convirtieron en los principales críticos del gobierno porfirista al ver que el poder y la riqueza se mantenía en manos de unos cuantos. En cambio a las élites del país, grandes empresarios, comerciantes y latifundistas les preocupaba  la transmisión del poder presidencial.
Porfirio Díaz estaba a punto de cumplir 80 años de edad y no parecía decidirse a designar un sucesor. Los norteamericanos favorecidos por Díaz recelaban de su política cada vez más independiente y nacionalista, a tal grado que el presidente de los Estados Unidos, a través del periodista James Creelman, decidió entrevistarse con él.  Dicha entrevista fue el parteaguas que detonó la efervescencia política con miras a las elecciones de 1910. Las expresiones de inconformidad por parte de algunos sectores empezaron a brotar en algunas regiones del país; hubo huelgas en Cananea y Río Blanco y se crearon partidos políticos y periódicos de oposición.


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