Antes de mencionar unas cuantas pautas, un par de advertencias: no busques en internet cómo hacer un decálogo.
Puedes encontrar barbaridades por ahí. Por ejemplo, encontré una página que decía:
“Los decálogos hay que publicarlos rápido. Nadie hace un decálogo para guardarlo y disfrutarlo en la intimidad”.
¡Justo lo contrario de lo que hemos dicho!
Otra cosa más. Decálogo viene de “Deca” + “logo” y significa “10 palabras”.
Decálogo es mucho más bonito que octólogo. Parece que decálogo queda mejor. Pero, evidentemente, no tienen que ser 10 ideas. De hecho, puede ser complicado llegar a tantas. Da igual la cifra, el tema está en tener los justos y necesarios, que sean fáciles de recordar, y que los podamos aplicar realmente.
Una vez elaborado. ¿Qué hacemos? ¿Lo imprimimos en papel? ¿Lo colgamos en un cuadro? Pues como tú lo veas mejor. Existen infinidad de ideas para lograrlo. A mí me llamaron la atención las cajas cinemáticas, en las que puedes poner una frase que además se ilumina y decora un montón. Te limita que solo puedes poner una frase. Pero también puedes irla variando, lo cual puede ser interesante.
De todas formas, la clave es tenerlo a mano. Yo lo tengo como fondo de pantalla en el ordenador. También puedes colgarlo en un lugar que veas a menudo. O usar una tarea recurrente para recordarlo, un correo que se te envía periódicamente, etc. ¡Sé creativo!
El objetivo es que se te grabe a fuego, porque cuanto más repitamos esos principios, más conscientes seremos de ellos, y más los aplicaremos en nuestra vida.
Aquí abajo te dejo mi decálogo personal:
¿Por qué es efectivo y necesario tener un decálogo de principios?
Mira, cuando éramos niños pequeños, nuestros padres nos decían lo que se podía y lo que no se podía hacer. Un día, por primera vez, preguntamos: “¿y por qué?“. Dependiendo de si nuestros padres usaban principios o no, la respuesta pudo variar desde un “porque lo digo yo” (principio de autoridad mal aplicado) a una explicación de por qué era mejor hacerlo de esa manera.
A medida que crecemos, si nos explican los beneficios y perjuicios de actuar de una manera, empezamos a incorporar principios a nuestras vidas, y ya no hace falta que nos digan todo lo que podemos o no hacer. De forma madura, decidimos en base a esos principios que estamos formando.
Las leyes, normativas estatales, órdenes, exámenes y todo este tipo de cosas que tanto les gusta a los que ejercen autoridad, van minando nuestros principios. ¡Qué triste! Nos vamos haciendo mayores, y empezamos a comportarnos como los demás nos dicen, o imitamos lo que otros hacen. Intentamos ganar recompensas y evitar castigos. Hacemos las cosas porque siempre se han hecho así. Pero, amigo… eso NO SON PRINCIPIOS. Las personas que se dejan llevar así son como barcos en un enorme mar, barcos sin brújula, sin un faro que los alumbre en medio de las más oscuras tormentas.
Un par de frases más que lo resumen muy bien:
La persona efectiva se guía por principios. Y esto le ayudará pase lo que pase, durante toda su vida.
Por todo esto, es importantísimo, esencial, vital, elaborar nuestro propio decálogo personal de principios.
FUENTE:“El decálogo de principios. El faro de la vida.” https://www.efectivida.es/blog/decalogo-de-principios/
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