¿Qué es un decálogo de principios? Por cierto… ¿qué es un principio? Y… ¿por qué es efectivo tenerlo? En este capítulo hablaremos de la parábola del acorazado y el faro, de la máscara de oxígeno en el avión y el bebé, y mucho más. Todo esto… en principio.
El acorazado y los principios
Vamos a hablar de qué son los principios, y de la utilidad del decálogo de principios. Pero antes de entrar en materia, déjame que te cuente una pequeña historia:
Un acorazado que había estado de maniobras militares, navegaba en condiciones de poca visibilidad. Había niebla y era de noche. De pronto, el vigía dijo: “¡Luz a estribor!”. El capitán preguntó: “¿Rumbo directo o se desvía hacia popa?”. El vigía respondió: “Directo, capitán”. Eso significaba que si no se cambiaba el rumbo, chocarían.
El capitán llamó al encargado de emitir señal. Envía este mensaje: “Estamos a punto de chocar. Aconsejamos cambiar 20 grados su rumbo”. Llegó una señal de respuesta diciendo: “Aconsejamos que ustedes también 20 grados su rumbo”. Entonces el capitán dijo: “¡Contesten: ‘Soy capitán. Cambie su rumbo 20 grados'”. La respuesta no se hizo esperar: “Soy marinero de segunda clase. Mejor cambie su rumbo 20 grados”.
El capitán estaba echo una furia. Gritó: “Conteste: ‘Soy un acorazado. Cambie su rumbo 20 grados'”.
La linterna envió su último mensaje de respuesta: “Yo soy un faro”.
Por supuesto, el acorazado terminó cambiando el rumbo.
Este pequeño cuento aparece en el libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, un libro famosísimo de Stephen Covey, que te recomiendo leer si te gusta de verdad la efectividad.
Los principios son como un faro
La idea que se quiere trasmitir aquí ilustra muy bien una característica fundamental de los principios.
CLIC PARA TUITEARTambién se ha comparado a una brújula que nos ayuda a seguir el camino viendo el mapa.
Este significado de la palabra principio, curiosamente, no está al principio de las definiciones que aparecen en el diccionario. Por ejemplo, en el de la Real Academia Española, es la 6ª acepción.
“Norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta”
6ª acepción RAE para principio
Otro diccionario lo define como los valores morales de una persona o grupo. Y también se define como verdades profundas de aplicación universal. Se suele usar en plural por cierto.
Decimos que alguien es un “hombre de principios”. Normalmente esto quiere decir que lo admiramos por su coherencia. Hace, habla y se comporta en base a sus creencias y valores.
En vista de que los principios, prioridades y valores son esenciales para tomar decisiones consecuentes, al poner en marcha tu sistema o método de organización personal, es imprescindible que, antes de nada, hagas una lista de tus valores y prioridades personales. Por ejemplo, en el método C.A.R., una de las primeras lecciones es precisamente la determinación de valores.
Los principios son distintos a las leyes
Un principio es distinto de una ley o de un propósito, también de una prioridad, de una meta o de un ideal. Es distinto a una rutina o a un hábito. Todas estas cosas dicen el QUÉ. Mientras que el principio dice el POR QUÉ.
Un ejemplo sencillo:
Una ley puede decir que los menores de 18 años no pueden beber alcohol. Esto es el QUÉ. Pero… ¿por qué? ¿cuál es el principio? La razón detrás de la ley es que se considera que el consumo de alcohol puede afectar el desarrollo de un niño o un joven. Así que lo que hay envuelto es un principio de protección al menor, entendiendo que es más débil.
También está implícito el principio de independencia. Es decir, cuando un niño se convierte en adulto tiene derecho a decidir por él mismo. En algunos países se considera que esto sucede a los 18 años, en otros a los 16 o a otras edades.
¿Es legal en España, que un joven con 18 años recién cumpliditos, y que nunca ha probado alcohol porque ha cumplido la ley, se beba del “taponazo” un par de botellas de whisky, después agarre la colonia del abuelo y se la trague entera, y no contento con eso, se ventile el alcohol que hay en el botiquín?
Legal es, sin duda. Nadie le va a multar por consumo ilegal de alcohol. Pero.. ¿estaría esta conducta de acuerdo con el principio por el que se hizo la ley? La respuesta es evidente. NOOOOOOOO
Ventajas de los principios
A la persona que se guía por principios, le va bastante mejor que al chaval amante de los alcoholes fuertes.
Además, las leyes pueden cambiar de un día para otro. Además, normalmente, son muy genéricas. Una ley no puede decir qué hay que hacer en cada caso concreto. Tampoco puede ser difusa o poco clara (puede beber alcohol cuando el chico crea que está preparado).
Un principio, al contrario, no cambia. Pero al mismo tiempo, se adapta a cada situación, a cada persona.
Un ejemplo algo más profundo sobre los principios:
Imagina que una persona tiene la meta de ayudar a 2 personas cada día. Bien, perfecto. ¿Es buena esta meta? Sí, aparentemente sí. Pero la meta dice el QUÉ, no el POR QUÉ. A lo mejor resulta que la persona tiene como intención conseguir fama. Así que solo va a ayudar a otros cuando lo vean. También es posible que su motivación sea recibir algún beneficio económico. Así que ayudará a otros, solo cuando le convenga.
Sin embargo, una persona de principios se planteará por qué ayudar a otro. Posiblemente, después de meditar en el asunto, llega a la conclusión de que ayudar a otros desinteresadamente lo hace más feliz. Así que no le importa si le ven o no, o si recibe un premio o no. Lo hace siempre que puede, y no necesita una cifra para medir lo que hace. Un día, ayuda a una persona, otro día, a ninguna, y otro, tiene suerte y ayuda a mucha gente.
¿Vemos la diferencia, no? Incluso hay gente que se pone una meta o propósito que aparentemente está muy bien, muy bonito, pero… ¿se han planteado por qué se han puesto ese objetivo?
Principios buenos y principios malos
Por cierto, hay principios buenos y malos. Es decir, quizá tenemos una serie de metas, pero los principios que están detrás no son muy positivos que digamos. Bien hay una intención puramente egoísta, malvada, o bien estamos yendo en contra de la ética universal.
Hablando de universal, hay principios que se consideran universales. El principio del derecho a la vida, por ejemplo. El principio de libertad, el principio de la responsabilidad, o el principio de la igualdad. Aunque hay que definirlos mucho, y habrá quien esté más o menos de acuerdo con sus posibles aplicaciones, lo cierto es que estos principios son comunes a todas las culturas y orígenes. Basados en este tipo de principios, muchos países y organizaciones elaboran sus constituciones o declaraciones universales de principios.
Un decálogo de principios no es solo un cuadro con frases bonitas
El objetivo a la hora de buscar principios no es simplemente cuestión de buscar frases bonitas. Cuando hacemos eso, al final los principios dejan de tener significado personal, y, como consecuencia, se terminan incumpliendo.
Curiosamente, muchas empresas que han puesto decálogos de principios. Incluso hay muchos que tienen un cuadro colgado en un lugar visible (curiosamente, visible para los clientes, en vez de para los integrantes de la empresa). Y si buscas en internet por “decálogo de principios” te aparecerán un montón de empresas con sus decálogos colgados online.
Sin embargo, muchas veces, y creo que en esto estaremos muchos de acuerdo, la mayoría de las empresas tienen un principio único: hacerse ricos a costa nuestra. No conozco muchas empresas, aunque las hay, por supuesto, que tengan como objetivo hacer más felices a sus empleados o a los clientes.
Claro, el dueño o dueños de la empresa, de manera personal, puede tener principios muy sanos y muy bonitos. Pero, la empresa como entidad, difícilmente puede llegar a tener una filosofía totalmente centrada en principios.
Creo que el decálogo de principios de una empresa se debería elaborar investigando cuáles son los principios, los motivos de pertenecer a ese entorno, de dueños y empleados. ¿Cuál sería el decálogo resultante? ¿Se podría generar un cambio de estrategia haciendo sentir a todos los implicados unos principios sólidos y remuneradores para ellos y para sus clientes? Este sería un ejercicio muy sano para toda empresa.
El decálogo de principios es personal e intransferible
Puedes adquirir decálogos generalistas, como este decálogo para las madres impreso en una camiseta:
Pero si quieres un decálogo de principios realmente útil, deberías hacer el tuyo propio. Único y exclusivo para ti, para tus circunstancias, creencias, entorno, etc.
Y para eso, para desarrollar un BUEN decálogo de principios, necesitamos una profunda reflexión, sentarse un ratito, dar un paseo, pensar, meditar… Recuerda que estamos elaborando las bases de lo que realmente queremos en la vida. ¿Qué quiero conseguir? ¿Por qué quiero eso? ¿Qué huella quiero dejar en la gente que me rodea? ¿Cómo quiero ser conocido?
No hay que imitar los principios de los demás. Cada persona es un mundo.
Puedes usar frases que hayas aprendido a lo largo de tu vida, no hay problema con eso. Las frases definen de forma rápida y precisa conceptos complicados. Ahora bien, sería un error buscar frases que te definan justo en el momento de ponerte a elaborar el decálogo. De nuevo, recuerda que queremos algo personal.
En los principios, “primero yo”
Aunque eso de “primero yo” no es muy bonito, en el decálogo personal, debemos pensar en nosotros, en el yo. Primero nosotros, y después los demás. ¿Por qué?
Una ilustración que lo ejemplifica muy bien:
En muchos aviones tienen máscaras de oxígeno que caen del techo, arriba del asiento, cuando se pierde oxígeno en la cabina, o por alguna otra situación anómala. Normalmente, hay una máscara por asiento. Probablemente has observado que, cuando una madre o padre lleva un bebé pequeñito, lo llevan encima. No hay un asiento para el bebé. Y, por lo tanto, carece de máscara. Los asistentes de vuelo le dan un cinturón de seguridad adicional y le explican cómo funciona.
Bien. Supongamos que hay una emergencia, y cae la mascarilla de oxígeno. ¿Qué harías tú si tienes un bebé encima tuyo? ¿A quién le pones la máscara primero? ¿A ti o al bebé?
Pues resulta que primero debes ponértela tú. Y solo cuando estés seguro o segura de estar en buenas condiciones, se la puedes poner al bebé. ¿Por qué? Porque si lo haces al revés, corres el riesgo de desmayarte, y entonces, puedes sufrir un percance tú, y también el bebé, porque no sabe cómo debe usar la mascarilla, y encima se ha quedado sin tu ayuda, ya que estás desmayado o desmayada.
Lo mismo ocurre con el decálogo de principios:
En un buen decálogo de principios, primero debes ayudarte TÚ, para poder después ayudar a los demás.De hecho, si ayudamos a los demás, pero no lo hacemos por principios, terminaremos desilusionados, porque probablemente no conseguimos lo que esperábamos.
FUENTE:“El decálogo de principios. El faro de la vida.” https://www.efectivida.es/blog/decalogo-de-principios/
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