CONTENIDO POR DISCIPLINAS

miércoles, 22 de abril de 2020

Criterios de verdad

El criterio de verdad es una norma, método o regla que nos permite decidir cuándo un enunciado es verdadero. 
El criterio, evidentemente, depende de la teoría sobre la verdad que se tiene, es decir, de la explicación que se da a la pregunta sobre qué queremos decir cuando afirmamos que un enunciado es verdadero. 
Esta distinción desaparece en la teoría de la verdad como coherencia y en la teoría pragmática de la verdad (en ésta, en menor medida). Para la primera, un enunciado es verdadero si y sólo si es consistente y deducible de un conjunto de enunciados verdaderos; y para la segunda, algo es verdadero sólo si es «útil» o «práctico» o «adecuado», o si en la práctica «resulta». 
En ambas teorías, parece que la cuestión de la verdad se reduce a un problema de criterio –cuándo un enunciado es verdadero–, más que a un problema de concepto –qué se entiende por enunciado verdadero. 
La teoría de la verdad como adecuación o como correspondencia intenta precisar más el concepto mismo de verdad –hasta el punto de que Tarski llama a su teoría de la verdad «concepción semántica de la verdad»–, y la cuestión del criterio que nos permite decidir cuándo un enunciado es verdadero se enmarca dentro de otra cuestión epistemológica más amplia: la relación entre lo «teórico» y lo «real», usualmente decidida por criterios de verificabilidad o de falsabilidad.

La coherencia

Este criterio se aplica a enunciados que no se refieren a la realidad (caso de la lógica y las matemáticas). 
En este caso, llamamos “verdadero” a aquel enunciado que deriva correctamente de los principios o axiomas establecidos y que, por tanto, no está en contradicción con el conjunto de enunciados del sistema. Aunque este criterio también es utilizado para enunciados acerca de la realidad.
 Así, en la ciencia física se puede considerar “verdadero” aquel enunciado que está de acuerdo con el conjunto de enunciados ya aceptados como fiables.

La evidencia

Es la absoluta claridad (“evidencia” deriva del latín videre, ver) con que algo se nos presenta como verdadero.
Cuando una proposición aparece claramente como verdadera, decimos que es “evidente”. La evidencia es, pues, una propiedad de las ideas claras (Descartes). Ello permite a la mente adherirse con absoluta seguridad a la proposición que enuncia la evidencia. Esta seguridad con que la mente afirma la verdad de una proposición se llama certeza, la cual es, por tanto, un estado de la mente. Así, “dos más dos son cuatro” aparece como evidente y podemos afirmarlo con certeza.
Evidencia deriva del latín evidentia, visibilidad, claridad, posibilidad de ver). Hay evidencia cuando algo se hace tan presente al espíritu humano que es imposible dudar de ello (Por ejemplo: «toda cantidad es igual a sí misma», «el todo es mayor que cualquiera de sus partes», «todos los ángulos rectos son iguales entre sí»); por eso a veces se la denomina «luz intelectual». Se define como aquella situación en que se halla una mente que percibe, de una manera inmediata y clarividente y que da origen a una certeza total, que un enunciado es verdadero, sin tener que recurrir a pruebas o demostraciones. Es, por tanto, una cualidad subjetiva de la mente que conoce, y no una propiedad de un objeto conocido.
La evidencia ha sido adoptada como criterio de verdad de la epistemología clásica, por ejemplo por Descartes; es, asimismo, criterio de certeza. La evidencia puede identificarse con la intuición, pero no es necesariamente intuitiva, puede ser también discursiva; puede lograrse a través de un proceso de inferencia. Al admitirse las denominadas geometrías no euclídeas, se rechazó la idea de que fuera la evidencia el fundamento necesario de los principios matemáticos. En la teoría del conocimiento actual, la evidencia queda relegada a ser un criterio subjetivo de verdad y de certeza, importando más el establecimiento de una teoría de la verdad y de la creencia racional, la determinación del significado de los enunciados y las condiciones que deben cumplirse para una adecuada contrastación de los mismos. Los sistemas axiomáticos modernos no recurren a la evidencia como fundamento y las ciencias empíricas se caracterizan menos por plantearse el problema de la verdad que el del método de contrastar sus afirmaciones.

 El consenso universal

El consenso universal fue ya reconocido como una garantía de verdad por Aristóteles y sobre todo por el estoicismo, que afirmó la existencia de “nociones comunes” a todos los hombres. El eclecticismo, en particular Cicerón, lo consideró como el criterio definitivo de verdad. T. Reid lo llamó sentido común y lo concibió como un conjunto de verdades innatas al “sano entendimiento humano” (verdades como la existencia del mundo exterior, de un yo, etc.). Actualmente, la verdad como consenso es una variante de la teoría pragmática de la verdad, atribuible a Jürgen Habermas, según el cual «verdad» no es un predicado o propiedad de una proposición o enunciado, sino una exigencia ideal del mismo, por la que se reclama de los demás el asentimiento, o el consenso intersubjetivo, una vez presentadas las justificaciones con que se sostiene y se afirma un enunciado. El trasfondo de esta teoría supone que los enunciados que se pretenden verdaderos, como actos lingüísticos que son, se profieren en una situación ideal de diálogo, en la que ha de ser posible un discurso libre y racional.

El éxito en la acción

Según el pragmatismo, la verdad no debe ser separada de la acción: el hombre no es un ser teórico, sino un ser activo; la verdad se ha de medir, por tanto, por los resultados de la acción a que conduce (utilidad). Para W. James, quien creó el concepto pragmatista de “verdad”, el “adecuarse con la realidad” no es sino “estar en tan activo contacto con ella, que se la maneje mejor que si no estuviéramos adecuados a ella”. También Marx afirmó que “es en la praxis donde el hombre debe probar la verdad, es decir, la realidad y el poder de su pensamiento”: el conocimiento surge de la praxis y debe constrastarse con ella para ser considerado verdadero.


Notas

1 Certeza: En un sentido, es una cualidad subjetiva que se atribuye a la creencia del sujeto y, en otro sentido, es una característica del conocimiento. En el primer aspecto, expresa el asentimiento o la adhesión que el sujeto muestra ante el enunciado en cuya verdad cree. Como característica del conocimiento expresa el grado de justificación de que goza un enunciado que creemos verdadero. No debe confundirse con la verdad, que es una propiedad objetiva del enunciado, ni con la evidencia, que suele considerarse cualidad del objeto o del enunciado. Lo opuesto a la certeza es la duda.
2 La pregunta acerca de la posibilidad de la verdad es, en realidad, la pregunta acerca de la posibilidad de la certeza. Casi nadie ha negado tal posibilidad en el ámbito de la matemática. Otra cosa es cuando nos referimos a afirmaciones acerca de la realidad. La actitud más pesimista es el escepticismo. La actitud opuesta es el dogmatismo. Posturas intermedias son el criticismo y el relativismo.
3 Investigación sobre el entendimiento humano, sec. XII
4 La ciencia, su método y su filosofía, Siglo Veinte, Buenos Aires 1972, p. 18.

Bibliografia
  • Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu. Diccionario de filosofía en CD-ROM. 1996. Editorial Herder S.A., Barcelona.
  • Ferrater Mora, J. Diccionario de Filosofía.


Criterios de verdad.Rescatado de la URL: https://www.nodo50.org/filosofem/spip.php?article566#outil_sommaire_11  (abril 2020)

No hay comentarios:

Publicar un comentario