Cuando hablamos de asertividad tenemos que hablar de los estilos comunicativos. Existen cuatro estilos comunicativos (algunos los llaman tipos de asertividad) que son el agresivo, el pasivo, el manipulativo y el asertivo. Estos cuatro estilos los solemos usar dependiendo de la situación en la que nos encontremos y la gente con la que interactuemos.
A continuación pondremos un ejemplo y cómo podrías comportarte según los 4 diferentes estilos comunicativos: ejemplo: mi pareja ha vuelto a hacer aquello que le he dicho mil veces que detesto y al hacerlo me ha cabreado mucho:
Estilo agresivo: ¡No ves! ¡Siempre estás igual! ¡Es que mira que te lo he dicho mil veces pero tú siempre haces lo mismo y me haces sentir que nunca sirve para nada lo que te digo!
Guau, tenemos una gran cantidad de palabras clave que no se deberían usar cuando queremos ser asertivos como: siempre, nunca, todo, nada, tú me haces sentir. Y el tono de voz y la agresividad en el mismo no ayudarán mucho a que la otra persona nos escuche. Además, estamos usando el «mensaje tú» del tipo «tú me haces sentir» y no los «mensajes yo» que, como veremos en la sección de técnicas de asertividad, son más poderosos porque hablamos desde lo que sentimos.
Estilo pasivo: veo que mi pareja lo ha vuelto a hacer pero no digo nada, pienso que quizás es mucho lo que le estoy pidiendo y que quizás exagero cuando me enfadan estas cosas. Acabo pensando que quizás sea yo el que tiene que cambiar y no ella. Acabo priorizando a mi pareja con respecto a lo que yo quiero o necesito. Aquí el diálogo sería algo como: «anda, he visto que no has hecho lo que te dije, bueno no te preocupes que ya lo hago yo que no me cuesta nada«.
Este estilo se caracteriza en las personas que de pequeños han sido rectificadas de forma severa y autoritaria, haciendo que las emociones primarias de enfados se traduzcan o se tapen bajo una máscara de emoción secundaria de tristeza. Muchas mujeres que han sido educadas con valores de sumisión y de servidumbre, se sienten tristes cuando hay algo que les molesta. Esto es debido a que durante su educación (o educastración) estos enfados no se permitieron expresarse y en su lugar aparecía una tristeza que escondía una rabia contenida.
Estilo manipulativo: ¡anda!, ya he visto que lo que te dije te lo has pasado por ahí y sabes cómo me haces sentir que no lo hagas, así que yo de ti lo haría no vaya a ser que vuelva a hacer esas cosas que tanto te molestan. Además, cuando haces estas cosas, ¡sabes como me pongo y no creo que eso te guste para nada!
Estilo indirecto con muchos mensajes para leer entre líneas, con frases que podrían leerse como amenazas (aunque no siempre son necesarias para manipular) del tipo «si no haces esto atente a las consecuencias«, con un tono muy sarcástico y nada directo. En muchas ocasiones este estilo puede conseguir el objetivo pero hacer que la otra persona se sienta mal ya sea porque se sienta amenazada, por el tono de voz sarcástico o por no conocer realmente cómo te sientes ante esta situación.
Estilo asertivo: Cariño, he visto que has vuelto a hacer aquello que te dije que me molesta. Cuando haces esto yo me siento triste porque es algo que ya te he dicho otras veces y que lo sigues haciendo. Me gustaría que me dijeras si existe alguna forma para que te acuerdes de hacer esto la próxima vez, ya que si lo haces yo me sentiré mucho más feliz, contento y escuchado.
Este estilo usa una estructura (que veremos a continuación en la sección de técnicas) que ayuda a exponer lo que ha ocurrido, cómo me siento y una alternativa sin que la otra persona se pueda poner a la defensiva ni se sienta herida. El interlocutor tiene empatía por la otra persona pero defiende sus derechos. Usando este estilo es muy difícil que la otra persona no responda de buenas formas a lo que le estamos transmitiendo, ya que son todos mensajes objetivos y desde el punto de vista de lo que uno siente y no lo que el otro me hace sentir.
Como vemos en los ejemplos, aunque el asertivo parezca en un primer momento que es el que siempre deberíamos usar, no tiene porque ser así en todas las ocasiones. A veces, dependiendo de lo que queramos obtener y del interlocutor con el que estemos actuando, será más necesario usar un estilo más agresivo o manipulativo. Como siempre decimos en la inteligencia emocional, lo ideal es conocer las diferentes opciones para, en base a ellas, elegir nosotros mismos la que mejor nos convenga. Por ejemplo, si quiero un aumento de sueldo y tengo que hablar con mi jefe, igual necesito usar un estilo más agresivo o manipulativo para obtener ese aumento que estoy buscando y en ese caso, el ser asertivo no me ayudaría. De ahí que, repito, la asertividad no sea siempre la respuesta a todo, es necesario tener esto en cuenta para evitar pensar que esto es la “panacea”. Es otra herramienta que nos sirve para cantidad de cosas pero siempre desde nuestra toma de decisión de que es así como queremos actuar.
Y habiendo visto los estilos comunicativos lo que veremos ahora es cómo usar la asertividad en nuestro día a día y técnicas que nos ayudarán a ello.
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