1985 fue un año devastador para México. Un fuerte temblor que tuvo su epicentro frente a las costas de Michoacán, ocasionó graves daños en el Distrito Federal. Ese mismo año, solo once días después de ese terremoto, el 30 de septiembre, murió el sismólogo estadounidense Charles Francis Richter, creador de la famosa escala de Richter que se usa para calcular la magnitud de los sismos.
No sabemos si el científico estuvo al tanto de lo que se vivía en la capital del país, lo que sí sabemos es que de acuerdo con la escala que él inventó, ese sismo que acabó con miles de vidas humanas, fue de magnitud 8.1.
El primero de octubre de 1985, el periódico Excélsior reportó la muerte del sismólogo Charles Richter, en una pequeña nota ubicada en la esquina de su primera plana. Un día después, el diario español El País también anunció el fallecimiento del científico.
“Charles Richter, el inventor de la escala para medir la intensidad de los sismos que lleva su nombre, falleció a consecuencia de una insuficiencia cardiaca a los 85 años de edad, anunció su familia. Richter sufría del corazón desde hace 11 años y había sido hospitalizado el 30 de julio de 1984, luego de un ataque cardiaco después del cual fue admitido en el centro para convalecientes de Pasadena donde su estado mejoró un poco”, informó en aquel entonces el periódico Excélsior.
Vida dedicada a los sismos
¿Cómo surge en Charles Richter su interés por estudiar y registrar los sismos? Esto fue más o menos un accidente, tal como él lo comentó en la entrevista que en 1978 le realizó Ann Scheid y que hoy enriquece los documentos que a la muerte del sismólogo pasaron a formar parte del Archivo del Instituto Tecnológico de California (Caltech).
Richter nació un 26 de abril en una granja cerca de Hamilton, Ohio. Según esta misma entrevista, sus padres se divorciaron cuando él era joven y su madre –después de que un tribunal lo aceptara– retomó su apellido de soltera. El científico explica que gracias al apoyo de su abuelo, Charles Otto Richter, él y su hermana pudieron continuar con sus estudios.
En 1909 se trasladó junto con su abuelo, su madre y su hermana mayor a Los Ángeles, California, en donde estudió en la Universidad del Sur de California. Posteriormente, a sugerencia de su hermana, estudió en la Universidad de Stanford, en donde años después se graduó como físico. Después de cumplidos los 20 años, tuvo una crisis nerviosa por la cual su madre decidió internarlo en una clínica psiquiátrica.
Declaró que su primer interés científico fue la Astronomía, a partir de la cual años más tarde obtendría metodologías para crear su famosa escala de Richter.
Su educación fue complementada en el Caltech y se doctoró en física teórica. Después laboró en el Instituto Carnegie de Washington, en donde formó parte del Laboratorio de Sismología.
Posteriormente, regresó al Caltech –se incorporó al Laboratorio de Sismología de Pasadena– y trabajó con el científico Beno Gutenberg, con quien en 1932 desarrollaría un sistema para medir la magnitud de los sismos conocida como escala de Richter.
Su pasión
El investigador emérito Cinna Lomnitz, del Instituto de Geofísica de la UNAM, fue alumno del Laboratorio de Sismología del Caltech. Se doctoró en 1955 y realizó un posdoctorado como asistente del doctor Charles Richter.
Recuerda que Richter, a quien todos llamaban Charlie, era un hombre excéntrico, amante de la naturaleza y apasionado de los sismos, los cuales –relató– eran su pasión.
“Él manejaba las estadísticas sísmicas, incluso, creó una colección de tarjetas. Cada tarjeta era un temblor, decía la magnitud, el epicentro, etcétera. En su época era el catálogo más importante y completo de este tipo. Cada tarjeta estaba escrita a mano o con una máquina de escribir, no existían las computadoras. Richter era ideal para ese trabajo porque se acordaba de cada una de sus tarjetas; sabía exactamente en dónde encontrar lo que uno buscaba. Era muy minucioso para los temblores”, narró.
Y aunque su excelente memoria abarcaba todo lo que era información sísmica, Richter era muy distraído para todo lo demás. Su esposa diariamente le preparaba su ropa para que supiera en qué orden vestirse, de lo contrario se ponía la corbata y se olvidaba de ponerse la camisa.
El doctor Lomnitz recordó que no era una persona práctica. Los directivos del Caltech quisieron que diera un curso y “tuvieron que abandonar esa idea porque era tan distraído que los estudiantes se iban saliendo del salón de a uno y Richter seguía hablándole al pizarrón. Pero los que fuimos sus ayudantes sí recibimos una enseñanza muy importante”.
Llegaba al laboratorio puntualmente a las ocho y junto con el doctor Gutenberg bajaban al sótano a analizar los sismogramas de la noche anterior. Se trataba de registros fotográficos que ellos revelaban. “Los estudiantes los oíamos comentar y discutir sobre los diferentes tipos de ondas sísmicas que observaban y que ellos mismos habían descubierto”, explicó.
El doctor Richter se jubiló a los 70 años de edad y conservó su cubículo, y sobre todo, la llave del laboratorio. Tenía un sismómetro en su casa que lo alertaba cada vez que temblaba en cualquier parte del mundo. A cualquier hora del día o de la noche llegaba al laboratorio a revisar los sismogramas.
Se le recuerda como un hombre modesto, amable y jovial, quien nunca hablaba de política ni religión. El doctor Lomnitz narró que a mediodía se sentaba con los estudiantes a compartir su torta y luego jugaba una mano de bridge con las secretarias, además de que sus amistades eran gente modesta como carpinteros o artesanos.
Richter contribuyó a que se popularizara su famosa escala por la manera en como éste la transmitía a los periodistas. Nunca se rehusaba a ser entrevistado y la prensa lo apreciaba por su buen humor, dijo Lomnitz. Además recordó que el científico mantenía un archivo al que llamaba cariñosamente archivo de locos donde guardaba su correspondencia con el público que presumía de haber inventado métodos de predecir los temblores.
"Él mismo era profundamente escéptico y estaba convencido de que no había manera de predecirlos, pero se divertía con las ideas extravagantes del público. Yo creo que sigue teniendo razón, no creía en nada de esto y desde un principio nos decía que no podemos y a lo mejor nunca podremos predecir los temblores. Pero todavía hay buenos científicos que siguen intentándolo, aunque hasta ahora nadie ha podido”, refiere el doctor Lomnitz.
Escalas que cambian
Charles Richter era astrónomo y se inspiró en las escalas de brillantez que utilizan los astrónomos para clasificar las estrellas y definir su escala de magnitudes. El doctor Raúl Valenzuela Wong, del Instituto de Geofísica de la UNAM, agregó que la escala de Richter originalmente fue creada para medir sismos que ocurrían en el sur de California y para un tipo específico de sismómetro conocido como Wood-Anderson.
Es una escala logarítmica, lo que significa que cada que aumenta una unidad también se incrementa mucho más la liberación de energía, es decir, un sismo de magnitud 6 libera 30 veces la energía de uno de magnitud 5, pero uno de magnitud 7 libera 900 veces la energía equivalente a uno de magnitud 5.
Para obtener la magnitud del sismo, la escala mide distancia y amplitud. Así, el sismograma permite identificar lo que se conoce como ondas de cuerpo, llamadas P y S, la primera viaja más rápido que la segunda y medir la diferencia en el tiempo de llegada entre una y otra permitirá obtener la distancia a la cual se encuentra el epicentro del sismo.
La amplitud de la onda se relaciona con la energía que se libera durante el temblor y se puede medir directamente del sismograma. Conforme la onda se va alejando del epicentro éste disminuye su amplitud.
“Esto lo hizo Richter de manera empírica; él registró muchos sismos y de algún modo calibró su escala para que funcionara de esta manera. Otra de las cosas que hizo fue que escogió números que fueran fáciles de manejar. Por lo que la escala de Richter no tiene un límite inferior ni uno superior, o sea, en principio sería posible que tuviéramos un sismo mayor a 10 de magnitud y por otro lado podemos tener sismos con magnitud de 0 o de menos 1 o de menos 2”, explicó el doctor Valenzuela Wong.
Por su parte, el doctor Lomnitz señaló que la escala de Richter tal como él la creó ya no se usa en la práctica, porque hoy existen sismógrafos electrónicos que cuentan con amplificadores. Dijo que en vez de la escala original se han creado escalas similares basadas en instrumentos más modernos. El cálculo de la magnitud esté cambiando, sobre todo para medir los megasismos que son de magnitud 9 o mayores. El que ocurrió en Japón en 2011 alcanzó una magnitud de 9.0, pero inicialmente fue subestimado y se produjeron muchas víctimas.
“Todo el asunto de las magnitudes está en el aire y yo creo que es probablemente la pregunta científica más importante que tenemos que resolver en Sismología: ¿cómo determinar magnitudes que sean correctas y que puedan determinarse en forma rápida? La magnitud es el parámetro más importante que nos ayuda a predecir la fuerza destructiva de un temblor. Es lo que se usa para la alerta sísmica, pero ese problema aún no lo tenemos resuelto”, concluyó.
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