Jacinto Canek se levantó antes de que amaneciera. Por la noche había llovido tanto que el patio de su choza se anegó.
Junto al brocal del pozo encontró a un indio. Canek le habló así:
—Ha llovido mucho, hijo, y lloverá otra vez porque ésta es la lluvia de Giaia. Giaia no fue hombre de esta tierra, sino de Oriente; pero todo lo del Oriente pertenece en espíritu a Yucatán. Lloverá otra vez.
Aún no acababa de hablar Jacinto Canek cuando empezó a llover otra vez.
Ermilo Abreu
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