“Cuando unos les habla a los adultos de un nuevo amigo, nunca preguntan sobre lo esencial. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Cómo es el sonido de su voz? ¿Cuáles son sus juegos favoritos? ¿Colecciona mariposas?”
En cambio te preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con esos detalles creen conocerle.
Si uno le dice a los adultos: “Vi una casa bella de ladrillos rosas, con geranios en las ventanas y palomas en el techo...” no logran imaginársela. Hay que decirles: “Vi una casa de cien mil francos”. Entonces exclaman: “¡Qué lindo!”
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*Fragmento del del Capítulo IV del libro “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, publicado hace 75 años.
*Ilustración (con fines representativos) de la página @EL PRINCIPITO

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